Muchos hemos celebrado la oportunidad de poder tener la educación teológica, conservadora y de calidad de Sefovan, de manera completamente telemática. Para nosotros, como cuerpo de profesores, es una alegría que algunos estudiantes que, de otra manera, no podrían acceder a los estudios de Sefovan, ahora tengan abierta esta puerta. Dios está obrando de maneras maravillosas a través de esta crisis sanitaria y económica, y estamos seguros de que así seguirá siendo en el futuro. En este sentido, me gustaría compartir con todos vosotros un poco de mi experiencia personal para, quizá, aclarar un poco las cosas a alguno de vosotros e intentar animaros a seguir la voz de Dios en vuestras vidas.
Hubo un momento bastante incierto de mi vida en el que, como consecuencia de la crisis del 2008, me vi abocado a una situación en la que todas mis puertas se habían cerrado. Hacía ya bastantes años, Dios me había llamado a servirle, pero yo estaba haciendo oídos sordos a Su voz, e intentaba probar suerte a mi manera. Acabé mal. El caso es que, esa situación de puertas cerradas y futuro borroso fue lo que Dios usó para que comenzara mis estudios en Sefovan. Y Dios lo usó para cambiarme como jamás imaginé. Las clases eran vigorizantes, las enseñanzas retaban mi corazón y mis valores. Dios me estaba empujando a seguirlo por medio de ellas. Pero había mucho más. El estar viviendo en un piso con otros estudiantes, compartiendo habitación y oraciones, sueños y luchas, victorias y derrotas, hizo que saliera de mi largo letargo. El tener contacto con los profesores, algunos, por temporadas, incluso viviendo en nuestro piso, que se convirtieron más en mentores, grandes amigos y hermanos con los que poder contar de por vida, me dio referentes vitales, gente a quien imitar mientras imitaban a Cristo. El tener, cada día, el tiempo de capilla, donde adorábamos juntos a Dios, con la predicación de la Palabra; el tener tiempos de oración y meditación juntos… no sólo me dio conocimientos, sino pasión. El estar físicamente en Sefovan, no sólo me capacitó, sino que además me ministró, me impulsó, me animó, me dio mucho más de lo que jamás habría imaginado.
Después de graduarme en Sefovan, Dios abrió la posibilidad de ir a Texas para estudiar un Máster en Divinidades en un gran seminario, así que allí fuimos con mi familia. Fue un tiempo muy especial. Para mí, el estar allí, recibiendo clases de algunos de los más grandes teólogos de nuestro tiempo, de algunos de los siervos de Cristo que más impacto han tenido, fue sencillamente un placer y una delicia. Siempre pienso que era como si un niño tuviera la oportunidad de vivir unos años en Disney Land. Pero, aparte de los estudios, hubo algunas situaciones familiares de salud que nos hicieron volver a España antes de lo previsto. No fue un gran drama, porque pude terminar mi máster de manera telemática y pudimos reconectarnos con el ministerio en España un tiempo antes de lo que pensábamos. Además, teníamos, y tenemos, muy claro que así lo quiso Dios, así que estamos tranquilos en cuanto a eso. El caso es que pude experimentar “el otro lado.” Y puedo decir que fue una buena experiencia. Aprendí mucho de las clases, agradezco infinitamente que pudiera tener esa posibilidad para acabar desde España. Aun así, puedo decir con conocimiento de causa, que no fue igual. Tenía el conocimiento, pero no el compañerismo, no el roce, las discusiones, la amistad, el conocer a la gente. Pude acabar, me gradué, tengo el mismo título que los que estuvieron allí, pero no fue, para nada, igual.
Tomar la decisión de ir presencialmente al seminario implica sacrificios, implica críticas por parte de otros, implica tener que depender de Dios completamente, muchas veces sin saber qué comerás al día siguiente. Vivir lejos de los tuyos es complicado y se echa de menos los amigos y familia. Dejar temporalmente el ministerio en tu iglesia parece un abandono e incluso puedas, erróneamente, llegar a pensar que tu iglesia te necesita. Perderás mucho para ir a Sefovan presencialmente y, estoy seguro, te sentirás más que tentado a hacerlo cómodamente desde el sofá por vía telemática. Perderás mucho, pero te aseguro que merecerá la pena más de lo que jamás habrás imaginado. Te aseguro que Dios honrará tu sacrificio. Te aseguro que Él te sostendrá. Te aseguro que Su iglesia saldrá adelante, porque Él es el importante, no tú.
Por eso, estando agradecidos de la oportunidad de poder estudiar en Sefovan online y emocionados por la oportunidad que se abre a muchos que antes no la tenían, me gustaría invitarte seriamente a meditar y orar para saber si puedes venir aquí a estudiar con nosotros, de la mano, a conocernos, dejarte retar y transformar por Dios a través de la convivencia con compañeros y profesores. No te quepa duda alguna de que, por duro que sea, merecerá la pena.